En el año 1950 Nelson Mandela empezó a practicar el caballeresco deporte de los puños en el gimnasio Donaldson Orlando Community Centre en Johannesburgo, capital de Sudáfrica. Un lugar donde carecían de lo básico para practicar el deporte, según él mismo cuenta en su autobiografía “El largo camino hacia la Libertad”: “No teníamos ring y entrenábamos sobre cemento, lo cual era peligroso cuando un boxeador era noqueado. Sólo teníamos un costal y unos cuantos pares de guantes. No teníamos medicina ni peras fijas, tampoco shorts, ni botas adecuadas y tampoco protectores bucales”.
El legendario “Madiba”, lejos de ver al boxeo como un deporte violento, lo veía como un arte, una ciencia. “No me gusta la violencia del boxeo tanto como la ciencia que guarda”, aseguraba. Estaba intrigado por cómo se mueve el cuerpo para protegerse a sí mismo, cómo utiliza una estrategia tanto para atacar como para retirarse, cómo toma ritmo en una pelea.
Nelson Mandela, nunca dejó de pensar en la igualdad entre seres humanos, eso demuestra cuando reflexiona sobre el viril deporte de los puños: “El boxeo es igualitario. En el ring, rango, edad, color y riqueza son irrelevantes. Cuando estás enfrente de tu oponente, cuando estudias sus puntos fuertes y débiles, no piensas en su color o estatus social”.
El líder sudafricano explica por qué no descolló en el deporte de los golpes: “No era un destacado boxeador. Yo estaba en la división de los pesos pesados y no tenía el suficiente poder para compensar mi falta de velocidad, ni la velocidad para compensar mi falta de poder”.
“Nunca participé en ninguna pelea después de que entré a la política. Mi principal interés -escribió- era entrenar. Me parecía que el ejercicio riguroso, es una excelente solución para la tensión y el estrés. Después de una sesión extenuante de ejercicios, me sentía más ligero, tanto mental como físicamente”.
En 1961, cuando su lucha por la integridad de las etnias inició, era considerado como un terrorista por las autoridades del régimen sudafricano y por la ONU, junto a otros dirigentes políticos y sociales como Walter Sisulu, Ismail Boola, Silas Molema y John Marks.Mandela fue el prisionero número 466 por 17 años, a partir de 1964, en la isla de Robben, en precarias condiciones. Posteriormente pasaría otros 10 años más en otras dos prisiones diferentes.
El gobierno de Sudáfrica rechazó todas las peticiones de que fuera puesto en libertad. Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera del país, una figura legendaria que representaba la falta de libertad de todos los hombres negros sudafricanos.
Recién en el año 1990, con Frederik De Klerk en el poder, un dirigente del Partido Nacional más permeable al diálogo, Mandela recuperó no solamente su libertad sino también el gran sueño de su vida de ver a su patria libre y en un sistema democrático.
La apertura al diálogo que abrieron ambos líderes, Mandela y De Klerk, sería fundamental, para que en el año 1993, no hubiese demasiadas dudas y el Nobel de la Paz fuese compartido por ambos.
Tras las elecciones celebradas en el año 1994, Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica… la larga lucha bien había valido la pena.
Desde el comienzo hasta el final de su gestión y luego ya fuera de la misma, Mandela, continuamente se preocupó por solidificar los lazos entre los ciudadanos de su patria que tanto había costado hermanar.
No se aferró al poder, se retiró cuando correspondía y siguió luchando por causas nobles.
Nelson Mandela recibió reconocimientos de todas partes y el boxeo no fue la excepción. El Consejo Mundial de Boxeo(CMB) lo nombró “Rey de la Igualdad Humana”. En pocas palabras, Nelson Mandela fue el prisionero político más famoso del siglo pasado, un hombre que se dedicó a luchar por la libertad de su pueblo y la igualdad entre las razas, un visionario y embajador de buena voluntad que cambió la historia de su país.
Mucho antes de su muerte, ya se había convertido en leyenda. Nelson Mandela murió a los 95 años el 5 de diciembre del 2013; fue un ser humano excepcional que peleó abajo del ring por las causas justas.
Juan Domingo Perón fue también un apasionado del deporte de los puños, es más, lo practicó hasta bien entrado en canas, tenía una bolsa y un Punching Ball siempre en sus residencias para entrenarse.
En su primer destino militar (Paraná, Entre Rios) fundó el Boxing Club Paraná, primer club de box del interior del país, el 18 de marzo de 1914.
Perón movió cielo y tierra para que se concrete la pelea de Pascual Pérez y el japonés Yoshio Shirai en Japón. Se llevó a cabo el 25 de noviembre de 1954 en Korakuen Baseball Stadium de Tokio, allí Pascualito se consagró como primer argentino campeón del mundo venciendo al nipón por puntos, en decisión unánime en un combate pautado a 15 rounds. El nuevo monarca de los pesos Mosca dedicó el triunfo al presidente Perón, desde el ring y por la radio cerrando su dedicatoria con la frase: “¡Cumplí, mi General!”. Pascual Pérez defendería el título mundial nueve veces de manera exitosa.
El general Perón amaba este deporte, se lo podía ver en el legendario estadio Luna Park (Corrientes y Bouchard) en la mayoría de las grandes veladas acompañado por María Eva Duarte.
“Dos potencias se saludan General”, le dijo el legendario José María Gatica a Perón, a quien le brotó una sonrisa gardeliana y le extendió la derecha en fraternal saludo.
Perón apoyó la corta campaña del “Mono” Gatica en los Estados Unidos en busca de un título mundial; la gira comenzó con éxito, derrotando por nocaut en el cuarto asalto al granítico Terry Young el 1 de diciembre de 1950.
Ante tan resonante éxito, consigue una oportunidad única: enfrentar al campeón mundial de la categoría, Ike Williams -sin título en juego-, en el Madison Square Garden de Nueva York. El 5 de enero de 1951 Williams noqueó fácilmente a Gatica en el primer round.
“Yo no hago política; yo nada más, soy peronista”, manifestaba siempre el púgil.
Tras la caída de Perón, el gobierno de la Revolución Libertadora no lo dejaba pelear.
La policía y el Ejército fueron a detenerlo al estadio Lomas Park una fría noche del 6 de julio de 1956 cuando puso nocaut en el cuarto round al bonaerense Jesús Heraldo Andreoli. Ese sería el último combate de Gatica, quien fallecería el 12 de noviembre de 1963 en el hospital Rawson, después de ser aplastado por un colectivo de la línea 95 a metros de la cancha del Club Independiente de Avellaneda.
Perón fue amigo y consejero de los boxeadores Alfredo Prada, Cirilo Gil Oscar Pita, Gregorio “Goyo” Peralta, Jorge Fernández, como así también del actor y boxeador Pedro Quartucci.
(*) El autor es historiador del tango, escritor, productor cultural.
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