El sabe, y lo dice, que esta es la pelea clave de su carrera invicta de 35 victorias y dos empates. Todo el mundillo boxístico lo da como amplio favorito al filipino Nonito Donaire, campeón del mundo de los gallos reconocido por el Consejo (CMB) y la Organización Mundial (OMB). Pero se puede confiar en Omar Andrés Narváez, a los 36 años y con la mente abierta. “Claro, es la pelea más importante de mi carrera. Por la calidad del rival, porque será en una categoría mayor a la mía y eso me permitiría llegar a la triple corona, y por el escenario. Pelear en el Madison Square Garden de Nueva York es el sueño de todo boxeador. Y por eso para esto me preparé con todas mis fuerzas...
-¿Y la mano izquierda? ¿Ya está curada definitivamente? -Esta fue una fractura en el pulgar, de la última pelea con el colombiano Urina. Pero la tenía de antes, cuando peleé con Seda, el portorriqueño, en abril. En realidad, hace cinco años que peleo con problemas en esa mano (tuvo fractura de muñeca por un accidente con su moto) y me las arreglé. Me molesta un poco. Pero no me afecta.
-Dijiste cuando pasaste a supermosca que se notaba la diferencia en que tus golpes no tenían tanta eficacia ante rivales más pesados. Ahora la diferencia se agranda...
-Lo sé. Y es el riesgo que voy a correr. Esta es la oportunidad de entrar en el gran mercado de Estados Unidos. Yo confío en mi boxeo, en mi intuición para resolver sobre la marcha. Me interesa la gloria, pero también necesito asegurar mi bolsillo. Nonito es un gran campeón, veloz de piernas y de brazos, y con potencia en la pegada. Lo vengo siguiendo desde que vi sus peleas por TV. Era mosca y yo decía que era el más completo de todos, el rival a enfrentar.
-¿Qué pasa si perdés? Cumpliste 36, llevás 9 años como campeón .
-Mi título supermosca no lo arriesgo. Seguiré como campeón y pelearé en mi categoría. Me entreno con ganas y siento que todavía tengo cuerda para seguir en el boxeo.
-Y si ganás? Tendrás que elegir...
-Creo que me quedo en gallo. Son dos títulos y tendré más oportunidades, mejores rivales. Sé que es lo más difícil. Pero me gustan los grandes desafíos.
-¿Preparaste un plan de pelea? Sos de los que deciden por sí, sin atender demasiado a tu rincón.
-Es cierto, nunca me hago un libreto. Yo aprendí a desobedecer. Dicen que de afuera se ven mejor las cosas. Pero adentro el que siente los golpes es uno. Hay doce rounds para ver como viene la pelea y elegir lo que más conviene. Esa conducta la traigo desde que era amateur. Yo tuve un gran maestro, el cubano Sarvelio Fuentes. Y yo me le animaba a decirle que tipo de pelea me convenía. De aficionado fue cuando más aprendí. Y por eso demoré en hacerme profesional. Si gané el título mundial cuando tenía 11 peleas y estaba por cumplir 27 años.
-Te arrepentiste de la demora? -Al contrario. Si todo lo que aprendí de amateur lo pude aplicar como profesional. Así llegué dónde llegué. No me puedo quejar.
-¿Qué te preocupa de Donaire? -Lo respeto como gran campeón. Y aunque no es tan alto como Rayonta (el estadounidense que venció en Puerto Madryn) me lleva varios centímetros. Siempre pienso que yo con un poquito más de altura pude ser campeón gallo o supergallo desde el arranque. Pero ya está. Me alcanza lo que tengo.
Esta noche será su gran cita en el Madison. Ante un rival muy difícil. Pero Narváez confía en su experiencia. Y en su invicto. Los sueños no se tocan.
-¿Y la mano izquierda? ¿Ya está curada definitivamente? -Esta fue una fractura en el pulgar, de la última pelea con el colombiano Urina. Pero la tenía de antes, cuando peleé con Seda, el portorriqueño, en abril. En realidad, hace cinco años que peleo con problemas en esa mano (tuvo fractura de muñeca por un accidente con su moto) y me las arreglé. Me molesta un poco. Pero no me afecta.
-Dijiste cuando pasaste a supermosca que se notaba la diferencia en que tus golpes no tenían tanta eficacia ante rivales más pesados. Ahora la diferencia se agranda...
-Lo sé. Y es el riesgo que voy a correr. Esta es la oportunidad de entrar en el gran mercado de Estados Unidos. Yo confío en mi boxeo, en mi intuición para resolver sobre la marcha. Me interesa la gloria, pero también necesito asegurar mi bolsillo. Nonito es un gran campeón, veloz de piernas y de brazos, y con potencia en la pegada. Lo vengo siguiendo desde que vi sus peleas por TV. Era mosca y yo decía que era el más completo de todos, el rival a enfrentar.
-¿Qué pasa si perdés? Cumpliste 36, llevás 9 años como campeón .
-Mi título supermosca no lo arriesgo. Seguiré como campeón y pelearé en mi categoría. Me entreno con ganas y siento que todavía tengo cuerda para seguir en el boxeo.
-Y si ganás? Tendrás que elegir...
-Creo que me quedo en gallo. Son dos títulos y tendré más oportunidades, mejores rivales. Sé que es lo más difícil. Pero me gustan los grandes desafíos.
-¿Preparaste un plan de pelea? Sos de los que deciden por sí, sin atender demasiado a tu rincón.
-Es cierto, nunca me hago un libreto. Yo aprendí a desobedecer. Dicen que de afuera se ven mejor las cosas. Pero adentro el que siente los golpes es uno. Hay doce rounds para ver como viene la pelea y elegir lo que más conviene. Esa conducta la traigo desde que era amateur. Yo tuve un gran maestro, el cubano Sarvelio Fuentes. Y yo me le animaba a decirle que tipo de pelea me convenía. De aficionado fue cuando más aprendí. Y por eso demoré en hacerme profesional. Si gané el título mundial cuando tenía 11 peleas y estaba por cumplir 27 años.
-Te arrepentiste de la demora? -Al contrario. Si todo lo que aprendí de amateur lo pude aplicar como profesional. Así llegué dónde llegué. No me puedo quejar.
-¿Qué te preocupa de Donaire? -Lo respeto como gran campeón. Y aunque no es tan alto como Rayonta (el estadounidense que venció en Puerto Madryn) me lleva varios centímetros. Siempre pienso que yo con un poquito más de altura pude ser campeón gallo o supergallo desde el arranque. Pero ya está. Me alcanza lo que tengo.
Esta noche será su gran cita en el Madison. Ante un rival muy difícil. Pero Narváez confía en su experiencia. Y en su invicto. Los sueños no se tocan.
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