lunes, 14 de octubre de 2019

Entre las sogas y las letras por José Valle (*)

J. Cortázar
El boxeo y la literatura es un maridaje perfecto, grandes escritores han practicado el deporte de narices chatas y escrito sobre dicha temática, y muchísimos -que nunca subieron a un ring- escribieron magníficas obras sobre el viril deporte de los puños y su mundo.
El genial escritor bahiense Eduardo Mallea, aconsejado por su padre para que supiera defenderse, recibió lecciones de boxeo del trotamundo boxeador británico Willie Gould, realizó varias exhibiciones, cruzó guantes con el mítico Torito de mataderos Justo Suárez y llegó a ser campeón universitario de boxeo con el famoso Dr. Herosa de árbitro, según le relató el propio escritor a Victoria Ocampo.
Mallea escribió el guión de la obra "Gunte, de Barracas" con temática boxística, que emitió Argentina Televisora Color (ATC) en el año 1981, protagonizada por los recordados actores Osvaldo Terranova y Alberto Argibay y el ex campeón mundial Sergio Víctor Palma.
Arthur Conan Doyle (creador del célebre detective de ficción Sherlock Holmes) escribió seis cuentos sobre boxeo publicados en el año 1922 y, mientras estudiaba medicina en la Universidad de Edimburgo (una de las más antiguas de Escocia), aprendió a boxear.
El escritor estadounidense Jack London autor de “Colmillo Blanco”, “La llamada de la selva”, “La gente del abismo”, “El lobo de mar”, entre otros, trasladó su pasión por el boxeo a la literatura escribiendo una magnífica serie de cuentos que serían publicados bajo el título “Knock Out: tres historias de boxeo”. En su rol de periodista cubrió la pelea por el título mundial de la categoría pesado entre el moreno texano Jack Johnson y la esperanza blanca James J. Jeffries disputado el 4 de julio de 1910 en Reno, Nevada. Luego de propinar una verdadera paliza, Johnson gana por nocaut.
Ernest Hemingway, ganador del Premio Pulitzer en 1953 y al año siguiente del Premio Nobel de Literatura, autor de clásicos como “Fiesta” (1926), “Adiós a las armas” (1929), “Por quien doblan las campanas” (1940), “El viejo y el mar” (1952) y “París era una fiesta” (Publicada póstumamente en 1964), entre otros, fue un fanático del box. Lo practicó durante toda su vida y era de arreglar sus diferencias a las piñas, es más, lo apodaban Kid Balzac por su admiración hacia el legendario pugilista francés Ercole de Balzac y también en alusión al notable novelista Honoré de Balzac.
En “Hombres sin mujeres”, Hemingway narra la historia de un veterano campeón que se enfrenta a un joven boxeador y en el cuento “El batallador” nos adentra en la vida de un viejo campeón, ya retirado, que se queda sin dinero y sin amor y así, totalmente desprotegido, le hace frente a lo que le queda por vivir.
El magnífico escritor Julio Cortázar fue un fanático del boxeo y siempre contaba que su pasión comenzó al escuchar por radio la pelea de Luis Ángel Firpo ante Jack Dempsey el 14 de septiembre de 1923 en el estadio Polo Grounds de Nueva York. Allí El Toro Salvaje de las Pampas con un fuerte y seco golpe sacó al norteamericano del ring que tardó más de 20 segundos en volver al cuadrilátero, por lo que deberían haber declarado ganador por nocaut al argentino. Pero eso no sucedió y Dempsey ganó por la vía del cloroformo en el segundo round, después de mandar a la lona varias veces al argentino (que a mi criterio fue el primer gran robo del boxeo mundial).
Cortázar solía decir "El boxeo es un enfrentamiento muy honesto, muy noble. Son dos destinos que se juegan el uno contra el otro, sin chance de diluir responsabilidades, como podría suceder en deportes colectivos".
En el año 1952, en París, escribe “Torito” inspirándose en la vida de Justo Suárez, incluido en el libro “Final del juego” (1956).
“La noche de Mantequilla” (de “Alguien que anda por ahí”, 1977) se basó en el combate entre Carlos Monzón y el cubano-mexicano José Mantequilla Nápoles, llevado a cabo el 9 de febrero de 1974 por el campeonato mundial mediano que ostentaba el santafesino, en la bella París y organizada por Alain Delon. Monzón ganó por demolición, dándole una verdadera paliza y obligando a Nápoles a abandonar en el séptimo round.

E. Mallea

El 7 de abril de 1973, Miguel Angel Castellini, campeón argentino de los mediano junior, le ganó por puntos al norteamericano Doc Holliday en el estadio Luna Park y Cortázar escribió la crónica para la revista El Gráfico.
Norman Mailer escritor, periodista, cineasta, actor y político estadounidense, escribió una de las más apasionantes crónicas de boxeo en “El Combate” donde narra la victoria por nocaut en el octavo round de Muhammad Alí sobre George Foreman, el 30 de octubre de 1974 en el Estadio 20 de Mayo de Kinshasa, Zaire (hoy República Democrática del Congo), gobernada por el tristemente célebre dictador Mobutu.
El inmenso Negro Roberto Fontanarrosa, también dejó su aporte a la literatura boxística con su cuento “Regreso al cuadrilátero”.
*El autor es historiador de tango, escritor, productor cultural.

domingo, 14 de julio de 2019

Carlos Monzón, del bronce a la gayola por José Valle (*)

Carlos Monzón vuelve a ser noticia debido a la serie sobre su vida emitida por el canal de cable Space. Muy buenas actuaciones y un parecido sorprendente de Mauricio Paniagua como el santafesino de joven y Jorge Román que interpreta a Carlos en su adultez. Dejan mucho que desear las personificaciones de Amílcar Brusa y Tito Lectoure.
El primero era un hombre robusto que superaba el metro noventa de alto y había sido boxeador peso pesado en su juventud. El empresario y promotor de boxeo, por su parte, media 1,85 metros, era elegante y dueño de muy buena oratoria.
Ambos son interpretados por actores de estatura baja que en nada se parecen a Brusa y Lectoure. Otro dato histórico que se omite: Lectoure, en los combates por título mundial, siempre estaba en el rincón con su boxeador, utilizando por cábala una campera negra, la misma que usó cuando Locche ganó el título internacional en 1968, en Tokio ante Paul Fuji, y que usaría siempre.
De todos modos, la serie está muy bien filmada y tiene un argumento atractivo, aunque busca destacar la imagen de un Monzón perdido por los vicios (el cigarrillo y la bebida) por sobre la del deportista, alimentado por el hambre de victoria que fue en sus comienzos.
Otro dato que no coincide con la realidad es la supuesta enemistad con Nicolino Locche; sin ser amigos íntimos, tenían una excelente relación. Con Ringo Bonavena, en cambio, era distinto, no congeniaban para nada.
He tenido la oportunidad de tratar a Monzón gracias a Don Amilcar Brusa. Lo conocí en el bar La Cuyanita que estaba en H. Irigoyen y Castelli del paquetísimo barrio de Martínez, bodegón propiedad del "gallego" Juan Carlos Iglesias donde el excampeón mundial pasaba largas horas comiendo, bebiendo vino torrontés y jugando a las cartas. Monzón tenía una mirada que helaba la sangre, era un asesino con guantes de boxeo. Sobre el ring parecía imbatible. Abajo del ring, la rula de la vida lo dejó en chancletas.
En el mes de julio del año 1999 me tocó viajar a Italia encabezando la delegación del boxeador Jorge Rodrigo “la Hiena” Barrios -del cual fui manager- el entrenador era Brusa. La “Hiena” venció por nocaut en el octavo round al italiano Silvano Usini obteniendo el título superpluma de la Unión Mundial de Boxeo (WBU).
Don Amilcar, mientras compartíamos largas sobremesas en el restaurante del hotel MillePini, con vista a las maravillosas ruinas de Segesta durante los días previos a la pelea, me comentó, hablando de la vida de Monzón y otros boxeadores, “que querés pibe, los boxeadores pasan de la bicicleta al Mercedes Benz sin escalas...”.
“Carlos fue como un hijo para mi, nunca me tuteó, ni fumó o bebió alcohol delante mio, obedecía todas mis indicaciones, fue un gran profesional... el mejor. Todavía lloro su muerte”.
Su récord profesional fue de 100 peleas disputadas, con 89 victorias, 7 empates, 3 derrotas y 1 pelea sin decisión. Ganó 61 combates por la vía del cloroformo. Había nacido el 7 de agosto de 1942 en el humilde barrio de “La Flecha” en San Javier, provincia de Santa Fe, con sangre indígena en sus venas; para mayor precisión, sus antepasados eran mocovíes.

Al poco tiempo, la familia Monzón se mudó a la capital santafesina. Comenzó a boxear muy joven. Su campaña como amateur fue de 73 combates ganados, 8 perdidos y 6 empates. Debuta como profesional el 6 de febrero de 1963, en la hermosa ciudad de Rafaela, en su provincia natal, noqueando en 2 rounds a Ramón Montenegro e hilvana una serie de triunfos hasta que el 28 de agosto del mismo año lo venció por puntos en 10 vueltas el platense Antonio Aguilar.
También le ganarían el español nacionalizado brasileño Felipe Cambeiro (Brasil, 28 de junio de 1964) y el puntano Alberto “Pirincho” Massi (Córdoba, 9 de octubre del mismo año). De estas tres derrotas se ocupó de desquitarse debidamente; de ahí en más comenzó su serie de 80 combates consecutivos sin conocer la derrota.
El 3 de septiembre de 1966 le gana por puntos en 12 rounds a Jorge Fernández y obtiene el título Argentino Mediano, en la revancha vuelve a vencer y obtiene el título Sudamericano, 10 de junio de 1967. El 6 de mayo de 1967 empata en terrible combate con Bennie “el malo” Briscoe (un boxeador de buena técnica, fuerte mandíbula y muy buena pegada).
Después de victorias ante diversos púgiles extranjeros de fuste (Douglas Huntley, Charley Austin, Jhonny Brooks, Harold Richardson, Tom Bethea, Eddie Pace y Candy Rosa), le llega la gran oportunidad de disputar el título del mundo. El 7 de noviembre de 1970, en el “Palazzo dello sports” (Roma) se enfrenta a Nino Benvenutti. Carlos Monzón castigó duramente al campeón hasta ponerlo nocaut con un maravilloso derechazo en el round doce, para convertirse en el monarca de los medianos.
Lo que siguió fueron tres victorias por nocaut ante Charles Austin, Domingo Guerrero y Roy Lee, antes de darle revancha a Benvenutti, pelea que se realizó en Montecarlo el 8 de mayo de 1971, destruyendo Monzón en tres rounds al excampeón mundial. Sus siguientes defensas: Emilie Griffith (1971); Danny Moyer, Jean Claude Bouttier, Tom Bogs y Bennie Briscoe (1972); Griffith y Bouttier (1973); José Mantequilla Nápoles y Tony Mundine (1974); Tonny Licata y Gratien Tonna (1975) y las dos finales e inolvidables ante el colombiano Rodrigo Valdéz (la última el 30 de julio de 1977).
Anunció oficialmente su retiro el 29 de agosto de 1977, con 35 años de edad y 14 defensas del título mundial. Para muchos especialistas y aficionados al boxeo Monzón fue el mejor boxeador argentino de la historia, yo no coincido con ellos; a mi criterio Pascual Pérez está un escalón por encima del santafesino.
La vida de Monzón después de su retiro no fue fácil: malos negocios y peores compañías, bebía mucho y tenía fuertes peleas domésticas con su pareja Alicia Muñiz, quien le había dado un hijo (Maximiliano).
El 14 de febrero de 1988, cometió el femicidio de su segunda esposa, Muñiz, hecho por el que fue juzgado y condenado a once años de prisión por homicidio simple.
Tras 7 años en distintos penales y cuando gozaba de salidas transitorias, falleció en un accidente automovilístico el 8 de enero de 1995 en el paraje Los Cerrillos de la Ruta Provincial 1, al noreste de Santa Rosa de Calchines, de su Santa Fe natal, a la edad de 52 años.
El autor es historiador del tango, escritor, productor cultural. Director del Festival Nacional de tango "Carlos Di Sarli", de Bahía Blanca.

domingo, 13 de enero de 2019

Fabián "TNT" Maidana perdió su invicto ante Jaider Parra

No hubo explosión. Tampoco precisión y estrategia. Fabián "TNT" Maidana decepcionó al público en Mar del Plata y cayó en decisión unánime ante el venezolano Jaider Parra en el evento que marcó el debut como promotor de boxeo de su hermano, el "Chino".

Desde el primer segundo del combate quedó en claro la estrategia de ambos peleadores: esperar, buscar el espacio y castigar cuando sea necesario. Dos contragolpeadores en esencia, pero sin la decisión de llevarse la pelea. El premio se lo llevó el visitante, que mostró mayor efectividad a la hora de lanzar golpes.
Maidana llegaba con una estadística de 16 triunfos (12 nocauts) como respaldo para demostrar por qué es una de las promesas del pugilismo nacional. La velada pareció quedarle grande: respetó demasiado la ventaja de sus brazos y altura contra un pugilista con oficio, que supo filtrarse sobre su guardia para derrocar al favorito con algunos destellos de potencia.
Las tarjetas devolvieron algo que parecía obvio: decisión unánime para el contendiente de 36 años con un 98,5-94, 98-94,5 y 97,5-95,5.
La inesperada caída deja un enorme signo de interrogante sobre el futuro del argentino de 26 años que este año pretendía ir en busca de un título mundial en la categoría welter.
Parra, que dejó en claro que el oficio le alcanzó para justificar su festejo, cosechó su 33ª victoria (21KO) en el boxeo profesional con 1 empate y 2 derrotas.