lunes, 9 de abril de 2012

SONNY LISTON La controvertida vida de un gran campeón.


A casi 30 años de la confusa muerte de Sonny Liston, ex campeón mundial de los pesados, el escritor Nick Tosches realizó su biografía, que fue recreada por Christopher Lehmann-Haupt en la edición del 4 del actual del International Herald Tribune. "El demonio y Sonny Liston" es el título del repaso de la controvertida vida del formidable boxeador de otro tiempo. Así lo sintetizó y lo interpretó Lehmann-Haupt:
NUEVA YORK (International Herald Tribune).- Casi al principio de esta inusual biografía, Nick Tosches escribe:"Un tipo que conocía a Sonny alguna vez dijo de él:"Pienso que murió el día que nació". Nadie, ni siquiera Sonny, supo exactamente cuándo fue ese día, ni dónde nació. Sólo él y los hombres que lo mataron supieron la fecha de su muerte. Su vida comenzó y terminó en una nebulosa".
Precisamente: "los hombres que lo mataron", escribe Tosches. Lo cual significa que intenta dilucidar aquel misterio que envolvió la muerte, en enero de 1971, del ex boxeador de 39 años y ex campeón mundial de todos los pesos, cuyo cadáver fue encontrado en el dormitorio de su casa en Las Vegas en medio de una parafernalia de drogas.
De manera que, ¿no murió Sonny Liston de una sobredosis autoadministrada, como se rumoreó en ese entonces?
La perspectiva de responder esta pregunta es razón suficiente para leer la biografía escrita por Tosches.
Sin embargo, existen varias otras razones. Por un lado, Tosches ofrece persuasivas respuestas para otro gran misterio acerca de la vida de Liston: si fue a menos no en una, sino en las dos peleas por la corona mundial contra Muhammad Alí (que fue conocido como Cassius Marcellus Clay hasta la primera de las peleas contra Liston, el 25 de febrero de 1964), y si fue así, ¿por qué lo hizo?
Tosches siente desdén por Clay, no sólo como boxeador en comparación con Liston, sino como "el niño mimado de una mediocridad más elitista, una clase intelectual de raza blanca que buscaba un sentido y una metáfora en el boxeo". En otra página, Tosches escribe: "Debe recordarse que mediocridad y medios son comunes a la misma raíz latina... Clay debería ser considerado el primer ídolo de boxeo hecho para la TV. Mientras bailoteaba y se divertía dentro de una aceptable e inofensiva extravagancia ante las masas, y frente las cámaras y los micrófonos de la mediocridad, ésta lo envolvía".
Tosches establece convincentemente que el joven Clay no pudo haber aguantado al verdadero Liston. Cita, entre otras pruebas, las palabras de Chuck Wepner, un boxeador que se midió con ambos: "Alí no pegaba como Liston. Liston fue el único boxeador que alguna vez me lastimó".
Entonces, ¿por qué, en la primera pelea, los golpes de Liston fueron lanzados sin el temible poder que anteriormente habían derribado a un hombre tras otro? ¿Por qué, en la revancha realizada en Lewiston, estado norteamericano de Maine, en mayo de 1965, Liston fue noqueado en la primera vuelta por un golpe demasiado corto como para provocar un daño serio, lo cual llevó inmediatamente al periodista deportivo Red Smith a escribir que la caída de Liston elevó 30 centímetros el nivel del río Androscoggin?
Tosches rechaza la hipótesis de que Liston y su gente eran dueños de una parte del futuro de Alí, o de que Liston se sentía intimidado por los musulmanes negros, que hacía poco habían incorporado a Alí a sus filas. En cambio, el autor sostiene que miembros de la mafia -específicamente Paul John (Frank) Carbo y Frank (Blinky) Palermo- eran dueños de los guantes, las botas, y los pantaloncitos de boxeo de Liston, y que lo habían sido prácticamente desde que Sonny se había convertido en profesional. Pero estaban hartos de él, según sugirió Tosches. "Como campeón, Sonny era mala noticia", escribe. No era popular. Bebía mucho. Siempre tenía problemas con la Justicia. Estuvo a punto de quedar en evidencia como violador. De manera que le dijeron basta.
"Hice lo que me ordenaron", comentó Liston a su hermano mayor, de acuerdo con el relato de Tosches. Y la gente que dirigía a Liston "iba tras el dinero", afirma Tosches. Además, narra que un ex presidente de la Comisión de Boxeo del Estado de Nevada, respecto de la primera pelea con Alí, había dicho: "Recibieron 300.000 dólares por la pelea, y los apostaron siete a uno en contra de Sonny. Se llevaron 2.100.000 dólares".
Tosches es un periodista minucioso. Parece haber sondeado a todos los que alguna vez estuvieron relacionados con Liston, y logró que hablaran, especialmente acerca de la red de contactos con la mafia. También es capaz de escribir vívidamente cuando lo embarga la emoción, como cuando recuerda la fascinación que, de niño, sentía por Liston: "Era el máximo facineroso. ¡Oh! ¡Esos trajes de piel de tiburón con solapas angostas! ¡Esa izquierda demoledora y esa derecha despiadada, y ese ceño amenazador! Su crueldad trascendía a la raza".
El lector que desee saber más acerca de las obras de Tosches puede recurrir a un volumen que desde hace poco está disponible, "The Nick Tosches Reader" (El lector de Nick Tosches), una antología de sus ocasionales prosas y algunos pasajes de sus libros anteriores, incluyendo "Dino", la tan elogiada biografía que escribió sobre el extinto cantante y actor Dean Martin.
Sin embargo, en última instancia, "El demonio y Sonny Liston" no logra resucitar al personaje. El libro acaso contenga una variada muestra de la célebre "chispa" -así llamada- de Liston, pero aún persiste una extraña disonancia entre este Liston y el que Tosches pretende vivificar con sus complejas y jadeantes metáforas.
Al final, el libro "El demonio y Sonny Liston" resulta ser medio un ardid.
"Pienso que (Sonny Liston) consumió drogas en exceso y murió", fue la conclusión que sacó Tosches después de analizar todas las hipótesis de asesinato vinculadas con la muerte de Liston. El autor del libro señaló: "Me retrotraigo a una frase que escribí hace más de un año, una frase que aparece al comienzo de estas páginas: Sólo él y los hombres que lo mataron supieron la fecha de su muerte. Analizando la frase, me doy cuenta de que fácil y claramente puede ser suprimida, arrancada de la página, sin que surta efecto alguno en las palabras o el significado que la circunda. Pero prefiero dejarla allí, porque expresa lo que yo sentía en ese momento, y porque, en contraste con una expresión cuya falta de veracidad ha sido demostrada, la frase bien podría expresar no sólo mis sentimientos de entonces sino la verdad, que, en este asunto, nunca se sabrá.
Acaso haya aquí menos de lo que salta a la vista. 

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