lunes, 2 de agosto de 2010

EL "GORDO" GARCIA BLANCO EN EL RECUERDO

Fue el comentarista que el pueblo quería escuchar cuando acababan las peleas del Luna Park, en la madrugada del domingo. Fue el relator de los canillitas, de los burreros , de los asistentes al cabaret y de los tipos de la popular. Se transformó en la otra opción al análisis, fino e intelectual, que ofrecía otro notable: Ulises Barrera , casi en modo exclusivo para el ring-side e inmerso en un tiempo en el cual los grandes periodistas de boxeo protagonizaban clásicos especiales .


El Gordo García Blanco fue uno de los últimos registros del periodismo deportivo. Una marca propia. Indiscutible, comparable a la de Cacho Fontana , para preguntas y respuestas, o la de Mineral, para dar el favorito en la última carrera de Palermo.

Hombre de tablón y de polémica, formado en aquellos programas de discusión encendida, en los cuales la tribuna parecía caerse a pedazos. Comenzó aportando datos en la inolvidable "Polémica en el Fútbol" y luego, con el visto bueno de Juan de Biase, se largó solo y a desandar los caminos del boxeo.

Viajó en la caja de un camión a Rosario, tapado con una lona, para seguir al gran Cirilo Gil, en sus tiempos de hincha. La vida, su pasión y el periodismo le dieron, muchos años después, la gran revancha: se concentró casi un mes en el mejor hotel de Montecarlo, a la espera del choque entre Carlos Monzón y el colombiano Rodrigo Valdez.

Trabajó junto a los mejores y en los medios más importantes. La revista Goles, que lo tuvo como director, fue su suceso editorial y sus noches de Radio Rivadavia, junto a Osvaldo Caffarelli, lo consagraron en modo superlativo (en dicha emisora también fue compañero de José María Muñoz e integró el staff de la Oral Deportiva).

La pareja Caffarelli-García Blanco resultó una de las más importantes de la radiofonía deportiva. Era una combinación perfecta entre dos hombres totalmente distintos. Era como el agua y el aceite , pero sincronizados funcionaron de una manera perfecta. El Gordo García Blanco perteneció a una generación de notables periodistas de boxeo. Como Ernesto Misrahi, Julio Vila, Ernesto Cherquis Bialo, Emilio Ferés, El Sordo Fernández, preparados para todo en el ámbito del boxeo.

Su admiración por España, la tierra de sus padres, fue absoluta. Sus expresiones eufóricas por preguntar en cualquier calle de Europa por El Guito, un anónimo cantaor que sólo él conocía, lo transformaban cada vez que la geografía lo acercaba a esta tierra donde quiso morir y no pudo.

Fue un devoto del turf y los pingos . Recordado fue su relato en el Hipódromo de Palermo, cuando un caballo de su propiedad (Pelotari) se impuso en el Gran Premio Nacional de 1984 y gritó a los cuatro vientos: " ¡Ganó el mío... Muñoz!"

Fue un hombre de fútbol en tiempos finales. La confrontación de ideas fue su especialidad de sus últimas entregas periodísticas. Pintó a su manera los hechos más importanes del deporte argentino en los últimos 35 años. Soñaba con morir en España. Quizá, con una copa en la mano para dedicarle su historia a su ídolo, El Guito, en algún tablao . Nadie ocupará su lugar, ni expondrá a su manera. Se sentirá profundamente el silencio de su ausencia...


Efecto corralito

Rocío, la hija de García Blanco, en declaraciones a Canal 13 afirmó: "A mi papá lo mataron el cáncer y el corralito, porque no pudo sacar la plata que tenía ahorrada para operarse en España", dijo. El Banco Privado, donde el relator tenía su dinero emitió el siguiente comunicado: "El señor García Blanco tenía otorgado un crédito especial para girar en descubierto en su cuenta corriente por similar valor a su plazo fijo, y en similares condiciones respecto de los intereses. Es decir que el señor García Blanco podía disponer libremente de los fondos, y de hecho así lo venía haciendo, para sufragar los gastos que demandaba el tratamiento de su enfermedad".

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