sábado, 22 de octubre de 2011

Nonito Donaire, rival de Omar Narváez por los cetros OMB y CMB gallo.

Año 1993. La fría General Santos no se atrevía ni a levantar la mano para despedirlo; el imponente estado de California, mientras, se arremangaba para darle un abrazo fraternal piel a piel. Sería la última vez que la Saavedra Saway Elementary School, viejo edificio por el que supo corretear un tal Emmanuel Dapridan Pacquiao, lo vería prestando atención frente a un pizarrón. Con tan sólo diez años, su nuevo destino, tal cual lo había sido para su padre, un boxeador amateur con poca suerte, tres primaveras antes en búsqueda de una vida más acorde al ser humano, eran los Estados Unidos.
Nonito Donaire Jr, nacido en Bohol, Filipinas, pero criado en la misma ciudad que Manny Pacquiao, encontraría un lugar mejor en San Lorenzo. Allí, tras reencontrarse con su progenitor, perseguiría un sueño que comenzaría con seguir a su hermano Glenn una vez al gimnasio: ser boxeador. "Vi cómo ganaba trofeos, uno detrás de otro, y todos prestaban mucha atención en lo que hacía. Por eso, decidi seguirlo hasta el gimnasio. Y una vez que comencé a boxear me gustó tanto que llegué a pensar que no podría hacer nada mejor en la vida", contó tiempo después, anecdóticamente, un Nonito que hace rato había dejado atrás ese récord amateur de 68-8.
Ya era hora del gran reto: "Me ofrecieron varias becas para que continuara como aficionado, pero junto a mi padre, que era mi entrenador, decidimos que mi futuro era el boxeo profesional". Fue entonces que un 22 de febrero de 2001, en el Hollywood Park Casino de Inglewood, con apenas 18 años de edad y siendo categoría supermosca, Nonito le ganó por nocaut en el primer asalto de un combate pactado a cuatro al mexicano Jesús Lázaro. Pese al envión anímico que significa un triunfo en el debut, el segundo obstáculo de Donaire terminó siendo la única derrota de su carrera. Rosendo Sánchez, un estadounidense que apenas llegó a tener cinco peleas en su haber, lo venció por decisión unánime.
Un tropezón no es caída. Y Donaire se levantaría de aquel fallo para nunca más tener una mancha más en su currículum boxístico. Fueron 25 triunfos consecutivos, entre los cuales el filipino supo encontrar oro. Como aquel ante el armenio Vic Darchinyan (verdugo de su hermano) en 2007, contra el que nadie le tenía fe y al que le arrebató los cetros mosca en sus versiones FIB (Federación Internacional de Boxeo) y OIB (Organización Internacional de Boxeo) con un cross de izquierda de recorrido corto que le dio el premio de The Ring al Nocaut del Año (ese mismo mes de julio, unos días después, conoció la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo). O cuando defendió ambos cinturones ante el estadounidense Raúl Martínez en 2009, con un preciso gancho al mentón que lo llevó a ser conocido y rankeado entre los mejores libra por libra del planeta.
Sin embargo, ninguno de estos cruces en un cuadrilátero hizo saltar tanto al estrellato al filipino como el que sostuvo ante el mexicano Fernando Montiel en 2011, por los cinturones gallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y la Organización Mundial de Boxeo (OMB). Donaire subía de categoría, pasaba a las 118 libras y el Mandalay Bay de Las Vegas vería su impresionante voleado de zurda sobre la sien del Cochulito en el segundo asalto. Ahora sí, Nonito estaba listo para demostrarle al mundo que podía con cualquiera. A esta altura, su país natal ya dirimía entre él o Pacquiao. Pese a esto, Nonito puso paños fríos: "Fue Manny quien me dio un empujoncito para mi carrera. El es de otra galaxia. Estoy feliz de ser el número dos de los filipinos". Y, desde enfrente, también hubo elogios: "Quiero felicitar a Nonito, es un gran boxeador y espero que siga mis pasos".
Donaire tuvo que sufrir aquello de que Pacman llegó a los corazones filipinos cuando su país necesitaba un héroe. Y además el hecho de que él, en 1993, partió hacia un nuevo rumbo y, por eso, su gente no le tiene el mismo cariño. Con apenas 28 años de edad, con toda una carrera formada en las grandes ligas, las comparaciones (odiosas) no cesan. A Filipino Flash, apodo que heredó de Gabriel Erode, un púgil superpluma de su tierra que fue aclamado en los años 60, no le importa. Pretende hacer su historia. Igual, con apenas un centímetro de diferencia de altura con respecto a Pacquiao (Nonito 170cm; Pacman 169), comparte el sueño de ir subiendo paulatinamente de peso en peso. Con una guardia, si bien es derecho, capaz de mutar a zurda cuando sea necesario y una velocidad y potencia asombrosas, posee una técnica inmejorable. Donaire (26-1-0, 18ko), a quien el destino le puso enfrente a un boxeador pensante, invicto y que tiene la oportunidad de su vida como Omar Narváez (35-0-2, 19ko), es un pichón de Manny.

No hay comentarios:

Publicar un comentario